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Los jóvenes y las nuevas tecnologías de la comunicación

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Me ha resultado interesante investigar y compartir el impacto negativo que en algunos casos, según los expertos, tienen las nuevas tecnologías de comunicación en la vida de adolescentes y jóvenes.

 

Las redes sociales son estructuras compuestas de grupos de personas, las cuales están conectadas por uno o varios tipos de relaciones como: amistad, parentesco, intereses comunes etc. Existen varios tipos de redes sociales: facebook, twitter, youtube, myspace entre otros. Estas tecnologías de la información y de la comunicación están llamadas a facilitarnos la vida, pero también pueden complicárnosla. Según el estudio realizado por la Fundación Pfizer (2009), el 98% de los jóvenes españoles de 11 a 20 años es usuario asiduo de Internet. De ese porcentaje, siete de cada 10 afirman acceder a la red por un tiempo diario de, al menos, 1,5 horas, pero sólo una minoría (en torno al 3% o al 6%) hace un uso abusivo de Internet. Es, por tanto, una realidad obvia el alto grado de uso de las nuevas tecnologías entre los adolescentes y jóvenes.

 

Cuando los medios se convierten en fines

Como se puede apreciar, en algunas circunstancias, que afectan sobre todo a adolescentes, Internet y los recursos tecnológicos se han convertido en un fin y no en un medio. En estos casos se verifica una obsesión enfermiza por adquirir la última novedad tecnológica, por ejemplo, en móviles o en soportes de música, o en las tecnologías de información y de la comunicación. Lo que debería ser un instrumento de comunicación o esparcimiento ha pasado a ser un instrumento prioritario de  placer, que podría enmascarar necesidades más poderosas.

Asimismo las redes sociales pueden atrapar en algunos casos a los adolescentes porque el mundo virtual contribuye a crear en ellos una falsa identidad y a distanciarle (pérdida de contacto personal) o a distorsionar el mundo real. 

Cualquier inclinación desmedida hacia alguna actividad puede desembocar en una adicción. Cabe recordar que toda adicción es una afición patológica que genera dependencia y resta libertad al ser humano al estrechar su campo de conciencia y restringir la amplitud de sus intereses. De hecho, existen hábitos de conducta aparentemente inofensivos que, en determinadas circunstancias, pueden convertirse en adictivos e interferir gravemente en la vida cotidiana de las personas afectadas, a nivel familiar, escolar, social o de salud.

 

Riesgos

Toda las conductas adictivas están controladas inicialmente por reforzadores positivos -el aspecto placentero de la conducta en sí-, pero terminan por ser controladas por reforzadores negativos -el alivio de la tensión emocional, especialmente-. Es decir, una persona normal puede hablar por el móvil o conectarse a Internet por la utilidad o el placer de la conducta en sí misma; una persona adicta, por el contrario, lo hace buscando el alivio del malestar emocional (aburrimiento, soledad, ira, nerviosismo, etc.).

Los riesgos más importantes del abuso de las Tecnologías de información y comunicación, son además de la adicción, el acceso a contenidos inapropiados, el acoso o la pérdida de intimidad. Así, en las redes se puede acceder a contenidos pornográficos o violentos o transmitir mensajes racistas, proclives a la anorexia, incitadores al suicidio o a la comisión de delitos ejemplo, carreras de coches prohibidas, incitación al vandalismo…

Cuando hay una dependencia, los comportamientos adictivos se vuelven automáticos, emocionalmente activados y con poco control cognitivo sobre el acierto o error de la decisión. El adicto sopesa los beneficios de la gratificación inmediata, pero no repara en las posibles consecuencias negativas a largo plazo. Por ello, el abuso de las redes sociales virtuales puede facilitar el aislamiento, el bajo rendimiento, el desinterés por otros temas, los trastornos de conducta y el quebranto económico (los videojuegos), así como el sedentarismo y la obesidad

 

Responsabilidad 

compartida

Por todo lo expuesto el uso de las tecnologías de información y comunicación impone a los adolescentes y adultos una responsabilidad de doble dirección: los jóvenes pueden adiestrar a los padres en el uso de las nuevas tecnologías, de su lenguaje y sus posibilidades; los padres, a su vez, deben enseñar a los jóvenes a usarlas en su justa medida. Es una tarea mutua de educar en la corresponsabilidad. 

Los padres y educadores deben ayudar a los adolescentes a desarrollar la habilidad de la comunicación cara a cara, lo que, entre otras cosas, supone imitar el uso de aparatos y pactar las horas de uso del ordenador; fomentar la relación con otras persona;  potenciar aficiones tales como la lectura, el cine y otras actividades culturales. Estimular el deporte y las actividades en equipo. Desarrollar actividades grupales, como las vinculadas al voluntariado. Estimular la comunicación y el diálogo en la propia familia. 

 

Manejar el tiempo

Según el consejo de los expertos, la limitación del tiempo de conexión a la red debería de comenzar en la infancia y adolescencia (no más de 1,5-2 horas diarias, con la excepción de los fines de semana), así como la ubicación de los ordenadores en lugares comunes (el salón, por ejemplo) y el control de los contenidos, constituyen estrategias adicionales de interés.

Por último las jóvenes que ya cayeron en esta adicción tienen que ser ayudados a elaborar un proyecto de vida diferente; se tiene que monitorear qué es lo atractivo, si de esta manera puede establecer contactos sociales y cómo estos contactos sociales no queden sólo de forma virtual, sino fomentar un manejo adecuado de su tiempo, que incluya actividades al aire libre, trabajo cooperativo en lugar de solitario, además de fomentar habilidades sociales.

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